La clave siempre está en el orden e intensidad mental y física que seas capaz de ofrecer. Esto sólo depende de ti, y da igual si tienes delante al Bayern o a un equipo de Tercera, puedes detectar cuando las cosas se están haciendo bien.
Hoy por ejemplo, el gol no llegaba y la victoria era prácticamente obligatoria por jugar como locales ante un rival que tiene como objetivo mantener la categoría. Muchos se basan erróneamente en estos argumentos para juzgar si lo estás haciendo bien o lo estás haciendo mal, pero la realidad es que el Barça lo hizo de Sobresaliente, independientemente del resultado que reflejara el marcador y prácticamente desde el minuto 1, hasta finalizar el tiempo añadido del segundo tiempo.
Desde la línea defensiva - porque Bravo prácticamente (y quizás sin prácticamente, salvo que me haya olvidado alguna intervención) no tuvo trabajo ni con las manos, ni con los pies - hasta Messi, esta vez sí la pelota circulaba al ritmo y con la coherencia adecuadas, a pesar del ordenadísimo e intenso cerrojo que exhibió el Elche de Fran Escribá, sobre todo durante los primeros 45 minutos.
Esta vez sí se veían numerosos desmarques de apoyo que permitían un juego de posición de calidad al generar superioridad posicional que en numerosas ocasiones se convertía en superioridad numérica, y esto se traduce en mayor tiempo/espacio para maniobrar. En este guión, Messi se siente feliz, y eso es lo que pudimos vivir durante todo el encuentro.
El asedio del Barça era constante, y el Elche incapaz de salir a la contra. Si alguna vez tenía éxito, ahí estaba un soberbio Mathieu para imposibilitar cualquier acción de ataque y volver a empezar.
A pesar de que ya estábamos en el 42 y al Elche le faltaban sólo 3 minutos para llegar con 0-0 al descanso, tal como estábamos jugando, esos tres minutos eran un mundo, y por fortuna la pelota sí quiso entrar cuando el mejor jugador del mundo y de todos los tiempos, se deshizo de varios jugadores en la frontal y lanzó un zurdazo raso cruzado y perfectamente ajustado al fondo de las mallas.
Por fin llegaba la merecida alegría para el equipo. Expulsión de Mascherano por trastabillar al delantero del Elche que ganó un balón largo mal "peinado" por Busquets, quien despistó a todos sus compañeros y puso en ventaja al delantero rival.
El Barça aguantó hasta el descanso retrasando la posición del propio Busquets, cuya posición a su vez era ocupada por Rakitic y la del croata por Rafinha, que fue el jugador sustituído al descanso para dar entrada a Bartra y mantener el tridente centrocampista inicial con Busquets como pivote y Rakitic con Iniesta en los interiores.
El Elche, por detrás en el marcador y con uno más, adelantó un poco sus líneas y otra gran noticia para el Barça fue que rápidamente supimos aprovecharlo a pesar de contar con un punta menos. Munir volvió a demostrar su gran virtud para ganar la espalda de la defensa y Rakitic para ver el espacio libre y colocar la pelota a la zona adecuada. El resultado, un 2-0 para el Barça nada más iniciarse el segundo tiempo. Un Barça que perdió un poco la iniciativa al estar con uno menos, pero sólo eso, un poco.
A pesar de tener un compañero menos - un apoyo y solución menos -, Messi seguía con su exhibición animado porque el Elche ya no era tan compacto al modificar su ultradefensivo planteamiento inicial. Junto a Iniesta, protagonizó varias acciones individuales de esas por las que recuerdas porqué en algún momento consideraste adecuado creer que el fútbol puede ser un arte, y tras generar numerosas acciones de ataque peligrosas e involucrarse incluso en la presión, acabó cerrando el marcador con un golazo "marca de la casa". Desde la derecha hacia el centro, amagando, fintando, quitando a dos rivales y colocando la pelota con una facilidad insultante rasita, en el palo largo del portero ilicitano, que sólo podía congratularse de poder vivir en primera persona el espectáculo y la grandeza futbolística del mejor jugador de todos los tiempos.
Este Barca deja buenas sensaciones y sobretodo buen sabor de fútbol y reconciliado con el soberano, restan 37 jornadas, pero las ilusiones están intactas, la era Lucho arranco como queríamos con un gran Barca.
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