¿Sir Tata debe sentar a las vacas sagradas?

Mucho más preocupante que oír a los futbolistas del Barcelona asumir como cierto el horroroso primer tiempo de Amsterdam, ha sido escucharles como, en la misma frase, daban por bueno el segundo. Una parte que se jugó contra diez chavales - media del Ajax 22 años -, con sólo dos disparos a puerta y eso contando que el gol fue de penalti.

El mensaje de los protagonistas, dentro y fuera del campo, y los antecedentes en las explicaciones de partidos anteriores con deslumbrante marcador, ofrecen suficientes motivos a Gerardo Martino para que, desde ya mismo, confirme que no está aquí para dejarse llevar por la inercia del modelo sino para, cueste lo que cueste, impulsarlo. Desarrollarlo. Volver a convertirlo en referente.

Nada de eso, desde luego, será posible sin un cambio radical en la respuesta futbolística de un equipo que no es ni lo que fue (y se admite que no pueda serlo) ni muestra signos inequívocos de lo que quiere ser. Cuando un hombre como Puyol, desde el lateral derecho, dice que no sabía si subir o tapar, ahí tiene que estar el Tata para dejárselo claro a él, o a quien juegue en ese puesto. Cuando otro como Cesc dice que corren sin sentido, ahí tiene que estar el Tata para que Fàbregas y todos los demás recuperen el sentido del juego de posición. La auténtica fórmula del éxito. Y cuando, en general, el grupo aprueba un segundo tiempo miserable, también tiene que salir el Tata para desautorizar rotundamente el conformismo.

El éxito pasa por saber, y que lo sepan los rivales, lo que se quiere hacer. Y a pesar de la lógica resistencia de los contrarios, hacerlo como lo ha hecho tantas veces. Ahora, en cambio, ocurre lo contrario. El Barça es irreconocible en demasiadas ocasiones, pero no por previsible sino por la peor versión de lo imprevisible. Porque nadie intuye qué piensa, quiere o puede hacer.

En el Amsterdam Arena, y eso es lo más duro, el resultado fue mejor que el partido. Un episodio quedebería ser irrepetible. Y una vez más, por esto más que por nada, ahí tiene que estar el Tata para que, con bajas o con el equipo al completo, el Barcelona se identifique con su nivel futbolístico. Individual y colectivamente, todos son mejores de lo que parecen pero saberlo, que lo sepamos todos, no es solución. Hay que demostrarlo, ya. Confirmar la teoría que explica el baño del Ajax como un accidente. Y, francamente, no hay mejor escenario que San Mamés, donde la exigencia y la entrega del rival es máxima. Un rival con un técnico excelente - Valverde - para ir a Bilbao decididos a despejar las dudas que se mantendrán hasta que suene ese trascendente pitido inicial.

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