Un Barça triste e irreconocible
comienza a decir adiós a la Liga
a pasos agigantados. En Valladolid encadena su segunda derrota
consecutiva a domicilio tras el 3-1 ante la Real Sociedad, señal
inequívoca de que el título comienza a ser una quimera en un año 2014 en el que
el equipo azulgrana se ha desordenado en el terreno de juego de forma
alarmante. El equipo pucelano, en zona de descenso, puso en evidencia al
azulgrana en cuestiones primordiales en el fútbol como garra, actitud e incluso
colocación en el campo. El Tata Martino, en la línea confusa
de sus últimas semanas, acabó dando palos de ciego para intentar igualar el gol
de Fausto Rossi, pero los tres puntos se quedaron en Zorrilla. Nada funcionó y
el palo anímico es descomunal. El Manchester City cree ahora un poco más en
remontar el 0-2 del Etihad Stadium.
Pues no, la culpa del 3-1 de Anoeta no fue de
Montoya, Bartra y Song, tres de los cuatro titulares del penúltimo
desplazamiento liguero del Barça que no estuvieron esta vez en el once de
Zorrilla. El cuarto era Iniesta, baja en esta ocasión por problemas personales.
Tanto achacar aquella derrota contra la Real Sociedad a las
rotaciones del Tata Martino y resulta que frente al Valladolid la imagen fue
igual de pobre con los teóricos titulares, excepto Jordi Alba, sorprendente
descarte, y Alexis, que entra y sale como Pedro. Siempre habrá quien defienda
que el técnico argentino rotó cuando no debía, en Donostia un sábado cuando el
Barça había jugado un martes, y fue continuista en el día equivocado, a las 16
horas de un sábado cuando el miércoles jugaron los internacionales con sus
selecciones. Menos descanso. Pero la evidencia es que el problema de este Barça
lo abarca todo, desde el primer jugador hasta el último pasando por el Tata
Martino y sus numerosos ayudantes.
Juan Ignacio Martínez tenía claro tres o cuatro
premisas para complicar la vida al Barça: intensidad, concentración, seis
defensas en el once -Valiente y Bergdich reciclados como pivote e interior,
respectivamente- y dos arietes para pelear todos los balones sueltos: Manucho y
Javi Guerra. Y le dio resultado. En el minuto 17', el equipo pucelano se llevó
tres rechaces seguidos en distintas zonas del campo -el que busca, encuentra- y
el último rebote benefició a Fausto Rossi, que fusiló a Valdés.
Hasta ese momento el Barça era
tan previsible como en sus peores días y a partir del 1-0 fue incluso más
impreciso que nunca, especialmente un desconocido Busquets, con Xavi y Cesc llegando
tarde a todo. Hasta la media hora, cuando Neymar mandó un disparo a la segunda
gradería, el equipo azulgrana sólo había creado una ocasión. Y no fue una
jugada elaborada, sino un regalo del Valladolid que Messi convirtió en una
contra que Mariño despejó.
Si el Valladolid ya se abrió
poco con 0-0, con 1-0 extremó las precauciones y hasta el descanso el Barça
sólo llegó tres veces en disparos desde fuera del área demasiado centrados de
Messi (2) y Cesc.
El Barça arrancó con más ímpetu en la segunda parte.
Adriano probó desde lejos én el 46' y Mariño hizo la parada de la tarde en el
47' tras una escapada en solitario de Messi, que llegó agotado al disparo. Se
advirtió más carácter y empuje, aunque poco fútbol elaborado, y casi basta para
empatar, pero Neymar remato alto un balón que le llegó manso y sin oposición.
Imperdonable la ocasión e imperdonable Neymar.
Con las prisas el Barça abusó de balones colgados
al área pequeña, como si en el mercado de invierno hubiese llegado un '9'
grande en secreto. Pero no, no había ariete y en ocasiones los centros de Alves
acabaron en los pies de Adriano y viceversa.
Martino movió ficha, pero de
forma desconcertante. Primero Alexis por Cesc en el 60', provocando un atasco
de delanteros. La consecuencia: se dejaron de generar ocasiones. Luego, en el
73', entró Sergi Roberto por Piqué, con lo que Busquets retrasó su posición. Y
poco después, Tello por Neymar, que no se enteró de nada.
Con Alves y Adriano casi de extremos, el
desbarajuste ofensivo fue total. La improvisación sólo consiguió que
Messi se quedara sin espacios, con Pedro, Tello y Alexis por delante,
Sergi Roberto intentando romper entre líneas sin control y Xavi mirando,
superado por un ritmo de juego que no es el suyo. El colegiado canario
Hernández Hernández echó una mano al perdonar la segunda amarilla a Berdgdich,
rápidamente sustituido por JIM.
En los último minutos no hubo fútbol, sólo un
correcalles. Messi desperdició una falta al borde del área con
un remate inocente y la contra vertiginosa de un Valladolid
crecido no acabó en gol de Óscar de milagro. Al final, nervios, imprecisiones
y, lo peor, ninguna ocasión destacable. Una firma horrible a un partido
lamentable.
Amasterdam desastroso, Anoeta un poema y en el Nuevo Zorrilla se escapa la mitad de la liga, 3 peliculas de terror, cada una con si guion, a Donde vamos?
Gracias a Dios que me ha dado tanto en la vida
incluso un lector como tu!
Gracias a Dios que me ha dado tanto en la vida
incluso una madre y un amor como tu Gaby!
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